11 agosto 2010

Dos.~ Tatuaje.

Álex giró el picaporte con lentitud y se deslizó en el

interior de la habitación. Llevaba la llave en la mano..
Laura estaba encaramada al alféizar de la ventana,

contemplando los colores del atardecer con los cascos puestos.

No le había oído entrar, y eso le permitió a Álex vislumbrar

cómo era su hermana pequeña cuando estaba sola, o creía estarlo.
Parecía muy frágil. Sus ojos no se apartaban del mar,

cuyos tonos plomizos se teñían aquí y allá de destellos rosados.

Su cabeza seguía distraídamente el ritmo de la música que estaba escuchando,

pero sus pensamientos no estaban en la música.

Estaban en algún lugar lejano, más allá de la línea del horizonte. Y no eran alegres.
Álex titubeó unos segundos. Luego se guardó la llave en el bolsillo

y retrocedió de puntillas hasta encontrarse fuera de la habitación.

Al cerrar la puerta tras él, pensó con una punzada de dolor en la

distancia que lo separaba de aquella niña vivaracha y vulnerable

que se guardaba tantas cosas para sí misma.
Por lo general, odiaba dejarse llevar por sus sentimientos.

Sin embargo, en aquel momento le habría gustado poder llorar.

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